Madrid, 19 de junio del 2020.- “El pescadero del barrio nos enviaba cada día por Whatsapp el género y con un mensaje nos traía a casa la compra”. Escuchado como ejemplo en los numerosos webinars sobre ecommerce que han trufado nuestros plúmbeos días de confinamiento. Esto es digitalizar un proceso de compra, sin embargo, no es una transformación digital integral y estratégica.
El comercio tradicional en su mayor reto histórico
Aún no se ha resuelto la pandemia mundial del Coronavirus Covid19, y en Pekin se ha registrado un nuevo virus aún más letal. Lamentablemente, vivimos en una época donde las crisis sanitarias parece que serán periódicas.
Esta incertidumbre dibuja un incierto escenario para el comercio tradicional, obligado a cerrar sus puertas durante varias semanas, ante la amenaza de una nueva pandemia con su correspondiente confinamiento.
Sin embargo, existen las “puertas digitales” que nadie cierra nunca, de lunes a domingo, domingos y festivos. Cada comercio, de cualquier tamaño, debe plantearse hoy como vender sus productos en una época de pandemias.
Cómo llevar a sus clientes cotidianos sus compras ordinarias hasta sus hogares. Ahora es el único momento para hacer esta reflexión tranquila y ordenadamente. Así, en el próximo confinamiento deberá cerrar el negocio físico, pero su negocio digital le salvará la facturación.
La transformación digital pasa por contratar la distribución de los pedidos digitales
Los empresarios deben ser conscientes que el otro mostrador digital triunfará si la entrega de los pedidos a cada hogar se realizar de forma eficiente, atendiendo a las necesidades de cada cliente.
La compra del día o la semana hay que entregarla en el día o en la semana. Y no hay excusas coyunturales o de servicio para entregar más tarde. Al igual que en el comercio tradicional la satisfacción de compra es inmediata, en el mostrador digital hay que ofrecer la misma experiencia (Customer service).
Y en la transformación digital cada comercio requiere de una solución a medida, un traje hecho para la segmentación de su cartera de clientes. Es decir, lo primero es conocer a tu clientela, tener todos los datos que te permita la Ley de Protección de Datos.
Después, procesar estos datos con CRM y a sacar conclusiones de negocio. Tras este estudio puedes intuir que tienda digital te interesa más:
E-commerce: La tienda digital al uso. Es un modelo en el que el propio comerciante posee y almacena los productos que vende y se encarga de la logística y distribución.
Marketplace: En el comerciante actúa como intermediario entre el mayorista y el cliente final. Ejemplos a lo grande de esta modalidad son Amazon o eBay. “En este caso, el empresario no tiene stock y solo se encarga de la logística”, amplía De Pinedo. “Hay un fabricante o proveedor que se ocupa de enviarle al cliente el producto. Y nuestro negocio cobra la diferencia entre el precio del mayorista y el precio final de venta que ponemos”.
Omnicanalidad: Se da cuando un comercio tiene tienda física y digital. “Es quizá la vía más completa”, señala De Pinedo. “Aquí se produce un círculo virtuoso: compro online y me acerco a la tienda a devolver una prenda, y de paso miro otras cosas. O compro presencialmente y si me dejo algo lo pido online al llegar a casa”.
Web de captación de leads: Es una forma de atraer a la potencial demanda de un servicio. Solo registramos la petición del cliente y le reconducimos al prestatario del servicio.
En cualquier caso, el consejo básico para iniciar cualquier transformación digital de un negocio es contar con la colaboración de empresas expertas en cada fase de la cadena de suministro. Proveedores, almacenamiento, transporte, logística, distribución, entrega de los pedidos a los hogares, devoluciones, gestión de información, facturación, atención al cliente, etc.
Las principales publicaciones relacionadas con el comercio electrónico aconsejan hoy: Las migraciones a servicios cloud, la incorporación de soluciones que integren inteligencia artificial para los análisis, la digitalización de la documentación y procesos de firma y operativa, el uso tecnologías para interactuar de forma eficiente con proveedores y otros operadores, la creación de gemelos digitales incluso el uso de los beneficios que ofrece la incipiente tecnología blockchain son sólo algunas cuestiones a valorar.
Ante todo, la digitalización de un negocio supone la obtención de una elevada cantidad de información de los clientes y la utilización de herramientas de márketing que afectan, muchas veces, a la privacidad. Por ello, existen restricciones a la utilización de determinadas tecnologías o a la realización de determinadas actividades:
1. La utilización de cookies (y tecnologías similares), que permiten la recogida de gran cantidad de información, tiene una regulación muy específica sobre privacidad que es necesario tener en cuenta.
2. El envío de comunicaciones comerciales por medios electrónicos también está sometido a importantes restricciones.
3. Determinadas prácticas, como utilizar la localización de nuestros clientes para enviarles ofertas, requieren de la adopción de medidas de protección de datos adicionales antes de ponerlas en marcha.
5. Por otro lado, la digitalización interna de una empresa, a través del teletrabajo, también tiene fuertes implicaciones en materia de protección de datos. El teletrabajo supone que los empleados realicen su actividad desde un lugar que no es la oficina, donde las medidas de seguridad destinadas a la protección de los datos pueden no ser suficientes.
Es importante establecer políticas de seguridad para garantizar que el tratamiento de datos personales efectuado por los empleados desde su casa es igual de seguro que si el tratamiento se hiciera desde la oficina (por ejemplo, que los trabajadores se conecten a la red de la empresa mediante VPN).
Tampoco hay que olvidar uno de los grandes activos de las empresas: los intangibles. Estos activos, esta propiedad industrial e intelectual, son capaces de generar un gran valor si están bien protegidos y se analizan las correspondientes oportunidades de negocio.
Por eso es el momento de inventariar y analizar el portfolio de IP de las empresas y modernizar y completar la estrategia de IP. Las patentes, los modelos de utilidad o las marcas generan valor y pueden suponer una fuente de beneficios muy preciada.