Madrid, 27 de junio de 2022.- El alza de los precios en la cesta de la compra, materias prima y costes energéticos (gasolinas, electricidad, gas, etc.) llevan la inflación hasta casi el 10%. Esta cifra, considerada un impuesto para las ciudadanos, supone una disminución en su poder adquisitivo.
La inflación puede terminar el año en España en el 7,5%, lo que supondría la pérdida de un 16% de poder adquisitivo en el salario más habitual en nuestro país, que se sitúa en 18.500 euros brutos anuales.
Los españoles perdemos casi 3.000 euros al año por culpa de la inflación. El coste medio de la inflación por hogar será de unos 2.650 euros, aproximadamente 220 euros menos al mes de media para gastar en comparación con lo que tenían en 2021.
Los expertos alertan también del riesgo de estanflación a lo largo del año. Es decir, menos crecimiento y precios más altos. España es el único país de la Unión Europea que no recuperó el año pasado los niveles de PIB anteriores a la pandemia y el crecimiento es muy inferior a la que proyecta el Gobierno.
La hipótesis de la estanflación cobra fuerza por los altos niveles de deuda pública, lo que complica la gestión. Desde Freemarket aseguran que es «muy difícil lograr una aterrizaje suave» y avisan de que «nunca se ha podido salir de una situación estanflacionaria sin costes sociales y económicos» y de una ralentización de la creación de empleo.
El IPC subió el pasado mes de mayo un 0,8% en relación al mes anterior, situándose en el 8,7% por el encarecimiento de las gasolinas y de los alimentos. De esta forma, retomó los ascensos después de su moderación en abril.
Según el INE, esta escalada se debe, principalmente, a las subidas de los precios de carburantes, alimentos y bebidas no alcohólicas. El precio medio de la gasolina en España alcanzó un nuevo máximo histórico al situarse en 1,94 euros por litro la pasada semana. A pesar de esto, los precios que pagan los consumidores en el surtidor no alcanzan este récord por el descuento obligatorio de 20 céntimos que aprobó el Gobierno, vigente desde el 1 de abril.
Repercusión en las ventas digitales
Si los consumidores disponen de menos dinero que hace un año tendrá repercusión directa sobre sus decisiones de gasto, ahorro e inversión. ¿Afectará a las ventas del comercio electrónico?. Lo sabremos en las primeras semanas del 2023.
Mientras tanto, Ecommerce News recuerda que en marzo de 2022, los precios online aumentaron un 3,6% respecto al año anterior y 0,3% al mes desde enero. Este sería el segundo mes consecutivo donde se ve un aumento de la inflación. Los precios que más aumentaron en el último mes, según Adobe Digital Economy Index, fueron los de la ropa con un crecimiento del 16,3% interanual.
Sin embargo, esto no ha impedido que los consumidores sigan gastando con fuerza. El gasto online fue de 83.100 millones de dólares en marzo, mientras que en febrero solo gastaron 67.000 millones de dólares; en este aumento también se ve reflejada la inflación, que correspondería según Adobe a 2.800 millones de dólares.
Según Ecommerce News: “Los consumidores están sintiendo un mayor impacto en sus bolsillos, con niveles consistentemente altos de inflación en línea en categorías como comestibles y productos para mascotas”, dijo Brown. Además, añadió «la demanda duradera muestra que los consumidores están adoptando la conveniencia de las compras en línea, particularmente para categorías en crecimiento como comestibles«.
Adobe comenzó a registrar las variaciones en la inflación online después de que sus analistas vieron que los precios online, que históricamente disminuían constantemente, habían comenzado a aumentar cada mes. Adobe ha informado 22 meses consecutivos de inflación en línea, a partir de junio de 2020.
Catorce de las 18 categorías seguidas por Adobe tuvieron aumentos de precios año tras año en marzo. Las cuatro categorías donde los precios fueron más bajos que en marzo de 2021 fueron electrónica, joyería, juguetes y computadoras.
El ecommerce como freno de la inflación
Según el experto tecnológico, Enrique Dans, en muchos sentidos, Internet ha supuesto el desarrollo de un canal con una importancia cuantitativa progresivamente más importante, y con una serie de reglas propias características, relacionadas con la reducción de la fricción. Un entorno con una fricción menor hace posible unos costes inferiores para todos los participantes: el canal, como tal, es más barato para las compañías que los canales tradicionales, las operaciones se desarrollan con mayor eficiencia e imponen un control a todos los niveles, incluida la presión a la baja en los precios de la logística, y la posibilidad de comparación sencilla disminuye la claramente la propuesta de valor de muchos de aquellos competidores que podría tener la tentación de subir los precios.
Añade Dans que, ese mercado, como todo canal relativamente joven, está sujeto a una fortísima evolución: el primer resultado de la generalización progresiva de su uso y de su incremento de volumen es que la oferta crece, en muchos sentidos de manera desmesurada y sin control, lo que podría dar lugar a importantes cambios si algunas de las plataformas importantes, como es el caso de Amazon, decidiesen en algún momento, por motivos de optimización, dejar fuera a aquellas compañías que no obtienen un volumen mínimo determinado. Esto podría desencadenar una consolidación de la oferta en el canal electrónico, que sin embargo, seguiría tendiendo a una mayor eficiencia por efecto de la capacidad prácticamente ilimitada de comparación. Al tiempo, la generalización del acceso al propio canal electrónico da lugar a una presión a la baja en los precios de los canales tradicionales, que a pesar de la posibilidad de brindar un acceso inmediato a los productos, se encuentran en muchas ocasiones sujetos a fenómenos de comparación o de clientes que acuden a ellos para experimentar y tocar el producto, pero que lo terminan adquiriendo en canales online con precios más competitivos (showrooming), reforzando así su carácter anti-inflacionario.
Según la tesis de Enrique Dans, el Banco de España ehace referencia por primera vez al comercio electrónico como factor controlador de la inflación asegura en 2018:
“La llamada «revolución digital» se encuentra también entre los factores de carácter global que podrían estar induciendo presiones a la baja en la evolución de los precios. Por una parte, el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación induce ahorros de costes de forma directa en la producción de los bienes y de los servicios de consumo genuinamente digitales (como el software o los servicios de comunicación), e indirecta a través del uso de estos como consumos intermedios en la producción de otros bienes y servicios de consumo. Por otra parte, además de los canales de costes, la generalización del comercio electrónico puede afectar a los precios de consumo a través de canales tanto directos (debido a los menores costes operativos de las empresas que operan por Internet) como indirectos (por la mayor transparencia de precios y el grado más elevado de competencia en los bienes y en los servicios adquiridos online). Una encuesta reciente del BCE a empresas no financieras del área del euro confirma que las nuevas tecnologías dotan a las empresas de una mayor flexibilidad para reducir sus costes”.
Enrique Dans concluye: “En el fondo, bastante obvio: más transparencia de precios, menos costes de canal, más economías de escala y más competencia generan invariablemente precios más bajos, y eso alivia la inflación”.